
Quisquilloso el encierro de uno mismo,
de flagelo constante y fuerte flama,
reflector infernal que fiero clama
alimento al fulgor volatilismo.
Fe fluvial en el fuego del abismo,
su festín que crujir hace a la rama,
floreciente a la fémina en la cama,
serpenteante a la sangre ¡es cataclismo!
Combustir los papeles y quemarse
fieramente en la llama algún desvelo
que encenice el entero mundo ciego
y visiones recubra como adarce.
Por su afán, alcanzar valioso cielo…
Consumir se consume el mismo fuego.
Miguel Ángel Fernández.
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