sábado, 12 de septiembre de 2009

A la poesía


Quisquilloso el encierro de uno mismo,
de flagelo constante y fuerte flama,
reflector infernal que fiero clama
alimento al fulgor volatilismo.

Fe fluvial en el fuego del abismo,
su festín que crujir hace a la rama,
floreciente a la fémina en la cama,
serpenteante a la sangre ¡es cataclismo!

Combustir los papeles y quemarse
fieramente en la llama algún desvelo
que encenice el entero mundo ciego

y visiones recubra como adarce.
Por su afán, alcanzar valioso cielo…
Consumir se consume el mismo fuego.

Miguel Ángel Fernández.

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